9 de febrero de 2015

Domiciano Juarranz en el día de la Virgen de las Candelas


La luz de la gratitud
I.L.H. / Burgos - martes, 3 de febrero de 2015
42 niños y niñas recibieron la bendición de la Virgen de las Candelas en la iglesia de La Real y Antigua de Gamonal. 
Fotografía Jesús Javier Matías
El párroco, Domiciano Juarranz, destacó las razones de agradecimiento hacia los padres, divinos y terrenales.

Es una gozada!», comentaba orgulloso el párroco de La Real y Antigua de Gamonal al comprobar el elevado número de niños y niñas bautizados durante el pasado año que recibían la bendición de la Virgen de las Candelas. Cuarenta y dos pequeños -y sus madres, padres o abuelas- renovaron la tradición cristiana que llevó a María a presentar a Jesús en el templo. Lo hicieron en dos turnos, antes y después de la Misa de la Luz, ya que hubo algún que otro problema con el tema de los horarios y los programas festivos.Pero nadie se quedó sin acudir a la pila de la parroquia, encender la vela o alzar a los hijos en brazos.
Domiciano Juarranz guió la celebración hablando del papel de los padres, los divinos y los terrenales, y el de los hijos. El párroco echó mano incluso de un recuerdo personal, al mencionar cómo en el funeral de su madre quiso resumir todo lo que quería decirle a su progenitora en una sola palabra: gracias. «Porque me diste la vida y porque me diste también la vida eterna», añadió.
Con esas frases y el deseo de que los hijos presentes en la iglesia pudieran agradecer a los suyos lo que hagan por ellos, Domiciano Juarranz hiló el guión hacia el papel de la Virgen madre, «portadora de la luz», y hacia en el de los padres terrenales: «Que seáis luz, esperanza, alegría y gozo», deseó a los presentes. «No olvidéis que en las caricias de una madre Dios puso ilusión, amor y verdad».
Cita anual. Las explicaciones sobre la tradición que hace que cada 2 de febrero se repita en Gamonal esta ceremonia llegaron después de que la gran mayoría de los pequeños se hubiese ya acercado a la pila bautismal. Después llegó el momento de encender las velas que hacen honor a la Virgen de las Candelas, que hablan de la luz a la que alude la misa y que, como en el Bautismo, va unido a las renuncias  a Satanás y la renovación de los votos de la fe con un «sí, creo».
El tercer hito de una celebración en la que lo que predominó, como es de imaginar, fueron las  voces de los niños, los sollozos de algunos de ellos, sus correteos y el trajín de los cochecitos aparcados junto a los bancos de la iglesia, fue el de sujetar a los pequeños en alto «para realizar lo que la Virgen hizo en el templo:presentar a su hijo y ofrecérsele a Dios».
Cumplidos estos símbolos, la Misa de la Luz continuó como cualquier otra eucaristía, con peticiones, rezo del padrenuestro y la comunión.