10 de marzo de 2015

Patrimonio etnográfico (II) V x F: Limpieza de las "conejeras"


Fotografía de Jesús Cabornero. Años 50.





Antaño, en las conejeras se herraba a las vacas en un "potro", similar a los de las fotografías.

El potro,  compuesto por cuatro postes verticales de madera,  dos delante y dos detrás, sujetos en el suelo y en los huecos del techo de la cueva y sobre los que se cruzaban otros postes paralelos a dos alturas donde se ataba mediante unas cinchas el cuerpo de la vaca y  con un ubio o yugo en la parte frontal al que se ataba la cabeza. Así permanecía inmóvil mientras se colocaba su calzado metálico adaptado en la bigornia (Yunque) de la fragua. 
Al contrario que los machos o los caballos que pueden permanecer de pie, aun teniendo una de sus patas suspendidas, las vacas no pueden sujetar su pesado cuerpo y había que amarrarlas de esta forma,  quedando prácticamente suspendidas para evitar que se cayeran. Algunos recuerdan, cómo los chavales se asomaban por el hueco contiguo a la cueva para ver cómo herraban las vacas.

En numerosos pueblos se ha rehabilitado y puesto en valor estos potros, recuperando así una pequeña parte de su historia.




En mayo de 2013 se hizo una amago de limpieza que no prosperó.


Esta cueva de las conejeras también servía de refugio a los gitanos y quinquilleros que acudían al pueblo a comprar, vender o realizar algún trabajo. Si llovía,  hacían fuego en el interior para calentarse o cocinar, como también lo hacían los chavales en invierno. Si visitáis la cueva veréis su techo aún ennegrecido por el humo.



Finalmente, los días 31 de enero y 1 de febrero de 2015, varios voluntarios han destapado las conejeras que permanecían enterradas desde hace más de 10 lustros.